Introducción a los Símbolos


Al plano de Beriyah y al de Yetsirah corresponden respectivamente el Aire y el Agua entre los elementos, así como al de Atsiluth el Fuego y al de Asiyah la Tierra.21 Los dos primeros conforman lo que se llama las Aguas Superiores y las Inferiores, refiriéndose las primeras a las posibilidades informales y las segundas a las formales.
El Arbol, como Eje, traduce la situación de la Unidad en distintos planos, es decir de todo el Arbol, suma integral de los aspectos divinos, de donde emanan todas las posibilidades, ya sea en el plano individual (que corresponde a la mitad inferior del Huevo del Mundo) o en el universal (la superior), las que obedecen al mismo Modelo, el cual es susceptible de una lectura arquetípica (el plano de Atsiluth), anterior a la diferenciación y posterior separación del Sujeto y el Objeto propia de la caída en lo individual por apego o "hipnosis"22 con las formas que constituyen la existencia, cuyo enrulamiento en ciclos indefinidos conforma alguna espiral de la serpiente cósmica, la que sin embargo considerada en forma integral constituye un símbolo del Verbo. Esta caída es generada por el hombre como agente o parte del Demiurgo,23 de donde la necesidad de la labor de construcción, o reconstrucción de la integridad perdida, lo que no es sino mediante el sacrificio, asesinato o muerte ritual en el que es vencida, asumiéndola ante el Origen o verdad total (integral e integradora), la tendencia oscura del Demiurgo, generadora de la fragmentación, la ignorancia y la muerte, la que será transformada en su origen arquetípico, no invertido, la pura receptividad divina (Binah), mitad del Andrógino universal, cuyo paredro es la Sabiduría (Hokhmah), de la que se dice en el Libro sagrado que "está siempre con el Creador (YHVH) en todas sus obras".
Las dos mitades del "Huevo del Mundo" -cuyo ecuador lo constituye la tierra prototípica en la "Superficie de las Aguas"- están en relación con las espirales evolutiva e involutiva que dependen de los dos polos.24
El círculo corresponde a lo celeste, y el cuadrado a lo terrestre; son análogos y correspondientes, porque tienen el mismo valor numérico: tienen ambos 360º (3 + 6 + 0 = 9) estando signados por el 9; siendo que los 360º están constituidos en ambos casos por 4 ángulos rectos dispuestos de manera distinta. Lo que en el círculo es interior, los 4 ángulos que miden la circularidad, en el cuadrado es exterior. Es decir, que hay una inversión, entre lo celeste-invisible y lo terrestre-visible (tomando a la vista como síntesis de los sentidos). Y también está plasmado, el cuadrado, en el modelo de la ciudad tradicional, imagen de la Jerusalén Celeste, siendo el primero (el modelo del Paraíso) "ascendente" por su relación con lo circular y celeste, de lo cual es la "base", y la segunda "descendente", como manifestación de esos arquetipos creacionales.
Otra expresión de lo mismo, en la que podrían verse los prototipos de las siete tierras (comprendidas en la "tierra de los vivos"), o de los siete dwîpas de la tradición hindú, son los "cuadrados mágicos", a los que se designa con el nombre de los planetas, siendo el primero el llamado "cuadrado mágico" de Saturno (planeta que corresponde a Binah en el Arbol sefirótico) el cual está formado por 9 cuadrados, de 3 por lado, cuyo cuadrado central tiene por valor 5 estando los restantes valores colocados según 4 diferentes combinaciones (alternándose par e impar) refiriéndose a los 4 elementos, numerados del 1 al 9, y tiene la particularidad de que los valores numéricos que incluye, sumados en todas las direcciones en los cuatro casos, suman lo mismo, que es 15. O sea que ese cuadrado es la expresión de la energía contenida en el número 5. El número 15 es el número triangular del 5, la suma desde el 1 hasta el 5 da la expresión de la energía creacional que se manifiesta en él de ese modo. Ese hombre verdadero, o ese estado verdadero de lo humano es el reflejo en un plano de una energía mediadora que él conoce o reconoce en sí mismo.
Los "cuadrados mágicos" expresan la naturaleza de los planetas o estrellas, señales en el firmamento que se halla bajo el trono divino; siendo cada uno un sello de las energías divinas que manifiestan a través de los números y las letras (de vinculaciones indefinidas) mandalas de su propia naturaleza, modelos por los que se entra en contacto con ellas, que son las que ordenan el Alma del Mundo y por la comprensión, la inteligencia del hombre, a la que generan.
En la Cábala, las letras son la manifestación del aliento divino, las que estaban junto a la Deidad y fueron convocadas para la obra de la Creación.
Al considerar los números, en cuanto todavía se manejan términos cuantitativos, hay que aplicarlos muchas veces a otras cosas para entender sus aspectos, o para hacerse una idea más "cabal" de lo que los números significan o representan. Pero las letras (de una lengua sagrada) son asimismo el cuerpo y la forma del número, o más bien de lo que el propio número representa en el conjunto del código numérico. En realidad, no habiendo una cifra distinta a la letra para graficar al número, salvo una palabra, se conoce a éste por lo que de él se dice y por lo que la propia palabra manifiesta, en tanto que es una configuración simbólica, constituida a su vez por elementos simbólicos, las letras y su propia constitución, y susceptible de interpretaciones o análisis, no sólo etimológicos, sino aquellos que incluyen los métodos cabalísticos de la Gematría, el Notarikon y la Temurah, los que consideran la palabra y la letra desde distintos ángulos y posibilidades, a lo que habría que añadir la propia forma de la letra, que es susceptible de una lectura individual, cósmica y principial. Siendo integrales y significativas en su forma (como "descenso" de las ideas o arquetipos del Conocimiento) son el prototipo de los seres creados, de su constitución y de la amplitud de sus relaciones, la suma de los cuales es la manifestación universal, siendo ellas así el prototipo del Libro de la Creación que en ellas y en lo que ellas conforman o pueden conformar en su articulación, está contenido, de tal manera que es más real en cierto sentido el Libro Sagrado que la manifestación de los seres individuales, que en él encuentran el arquetipo de las posibilidades de su ser, sobre todo en los tiempos de una multiplicidad en la que la idea de orden (cosmos) queda relegada al aparte de un código sagrado que no debe ser invadido o disminuido por lo profano, cuando sin embargo es nada menos que una lengua origen y soporte del pensamiento humano, como participación y reflejo del pensamiento Universal, en la que se dan en simultaneidad y por lo tanto adecuadamente a la naturaleza de las cosas, los cuatro planos de lectura, de conocimiento e identidad, en los que se articula lo inefable, lo que se ha manifestado en todas las cosas, las que se alejan en su indefinitud y se reúnen en su Unidad, o Nombre arquetípico, al constituirse en letras simbólicas.
La letra yod (a la que corresponde una simbólica análoga a la del grano de mostaza) tiene por valor 10 y a ella corresponde el Plano de las Emanaciones, el de los Principios (lo que es "emanado" es sin separación), o sea, todo el Arbol está contenido sintéticamente en él. Al mismo tiempo la yod es la letra más pequeña del alfabeto hebreo y con ella, o a partir de ella, se forman todas las demás letras. En primer lugar con ella se forma el alef, que se considera constituído por 4 yod, que, en ese caso, desde ese punto de vista, aunque su valor como letra es uno, se considera que tiene el valor de 40, lo que son las 10 sefiroth en los 4 planos. Según esa simbólica, toda la manifestación del Arbol, es la pronunciación de una Palabra, o la articulación de un sonido primordial, que es el de la letra A, la letra más abierta, el primer sonido, y las demás proceden como modificaciones, como las determinaciones articuladas de ese sonido primordial. Por cierto, la misma boca humana es una imagen del Cosmos: el paladar (de paladium=verdad) se refiere al Cielo (a la bóveda celeste), el maxilar inferior a la Tierra, signada también por el movimiento y lo visible, y la lengua al hombre mismo, e incluso podríamos recordar también que siendo 32 los senderos del Arbol, los que reúnen las sefiroth, están en correspondencia también con la dentadura humana. O sea, que el hombre es completamente un símbolo; no tiene nada, más bien no somos. No somos en cuanto a algo separado. En ese sentido nuestra identidad particular es más bien algo 'extraído' de un medio relativo, lo cual ha de ser reabsorbido en la totalidad del símbolo para nacer a otro plano donde esas particularidades no tienen importancia, o más bien son otra cosa, que no puede dejar de ser sino el reflejo, también simbólico, de la misma Idea creacional.
Este modelo cuaternario que antes considerábamos en forma vertical, como "descendiendo" de lo invisible a lo visible, rebatido en el plano, es lo que ha conformado esencialmente los modelos arquitectónicos tradicionales de todas las culturas, desde los más simples a los más complejos y desarrollados. Constituye la síntesis de todo el espacio geográfico y del tiempo sagrado de esas culturas y por lo tanto de los que las habitan y se identifican con su esencia sagrada. Por otra parte, nosotros conocemos esas realidades por su expresión sensible en la cual ellas están contenidas, al hacerse presente su realidad inteligible en la caverna del corazón. En la tradición hebrea, se dice que "en medio de los pueblos está Israel, en Israel Jerusalén, en Jerusalén el Templo, y en el Templo el Sancta Sanctorum", lo que es una expresión en la horizontalidad terrestre, ligada con la simbólica de la peregrinación al Centro, de esos cuatro planos o niveles, que en realidad han sido emanados del Centro mismo, pues por la fundación, por la actualización de ese Centro, es que a partir de él se ha expresado la totalidad de ese mundo que se nombra, que existe y que articula todas esas posibilidades indefinidas que se ordenan gracias a él, constituyendo un Cosmos. Asimismo, en el Templo, miniatura del Mundo, así sea una tienda o un edificio en piedra, en el que se produce la entrada al espacio y al tiempo sagrados y el retorno al Centro y a la vertical, también hay varios niveles de lectura que corresponden a una profundización y a una llegada al verdadero Sí-mismo (por la salida por la abertura superior de la tienda o su análogo el ojo de la bóveda o cúpula). Desde la puerta, que correspondería a lo que comunica el Plano de Asiyah con el de Yetsirah, lo que permite pasar del espacio profano, que es el de la literalidad sensible (o mentalidad literal) a otro en el que por muy insuficiente que sea la comprensión, tal vez balbuciente, existe una apertura al misterio que se halla tras los ropajes del símbolo. La entrada al templo se produce por una conjunción de opuestos, por entre las dos columnas o marco de la puerta, que a su vez es una imagen del templo y del Arbol entero y significa al menos una toma de conciencia en el Plano de las Formaciones, y la sefirah Yesod, en este caso, corresponde a las aguas del bautismo cristiano, lo que está ligado a la recepción de la Enseñanza como capaz de regenerar la visión del mundo, de regenerar las imágenes y generar un centro en el que todas esas imágenes van teniendo sentido, o un primer sentido, que promueve ya de alguna manera una reunión de lo disperso y provoca una separación entre lo sutil y lo grosero, en la que irán participando de ahí en más los restantes elementos, análogos a lo que el plano de las vicisitudes individuales representan. Entre el baptisterio (que en ocasiones se halla fuera del templo, previo a la entrada) y el altar se ubican en el templo cristiano los laberintos, los que recorridos, en forma ritual, promueven el abandono de lo aprendido, la rectificación, "por la escuadra",25 gracias al empuje de un nuevo ser que se auto-genera, lo que no es sin los dolores, oscuridades, vacilaciones y temores de una gestación, promoviendo más allá de ello el nacimiento a lo verdaderamente sagrado, a la identidad que se dará en el altar o corazón del templo, que corresponde al bautismo de fuego. Sobre él se halla el sagrario, que reproduce en pequeño al Templo entero,26 el que se encuentra en la vertical del ojo de la cúpula, o en su caso, de la clave de bóveda o piedra angular.



NOTAS
1 Adam Qadmon, o Kadmon, es el "Hombre Universal", idéntico a Dionisos Zagreus, a Osiris, o el Arbol Yggddrasil de la tradición escandinava.
2 Lugar de Palestina en donde se da, en un tiempo y espacio determinados, en relación a su vez con otros personajes y hechos históricos, un hito más en la historia sagrada de la Cábala, siendo una vivificación de este pensamiento tradicional.
3 En ella se afirma que las sefiroth de construcción, al recibir la luz infinita de las tres primeras, no han podido resistirla y se han quebrado, de donde el mal -el desequilibrio- en el mundo.
4 El "hombre verdadero" es al contrario la síntesis del propio libro de la Creación (el Liber Mundi o Liber Vitae de los Rosacruces) y siendo ya a partir de ahí "uno con El que escribe en él" es también el vaso en cuyo exterior está grabada la Tradición primordial.
5 El origen es suprahumano; en la proyección del tiempo y el espacio se dice que "el origen se remonta más lejos y más alto que la humanidad" (René Guénon).
6 Ver Federico González "El Ser del Tiempo" SYMBOLOS Nº 7.
7 Hecha por El-Shaddai, el Dios Todopoderoso, o el Omnipotente, que a su vez le había ordenado su peregrinación.
8 Ver René Guénon: El Rey del Mundo, Cap. VI.
9 Cf. Cap. IX.
10 Estas, como el zodíaco, tienen como arquetipo a lo que en la tradición hindú son los doce Adîtyas (hijos de Adîti, "indivisible"), formas o aspectos del único Sol espiritual, siendo la de Judá la que encarna directamente el aspecto guerrero y solar y en la cual nace el Avâtâra.
11 Especulación "significaba originalmente observar el cielo y los movimientos relativos de los astros con la ayuda de un espejo" (Roland Nguyen Khac-Man: "Reflexions sur le miroir", Travaux de la Loge nationale de recherches Villard de Honnecourt, Nº 18, 1989), lo que da una perspectiva como si se miraran desde lo alto las órbitas planetarias, viéndose su rotación en sentido contrario al que se percibe a simple vista, y por otra parte sin observar directamente al cielo astronómico.
12 Kadosh significa en hebreo "puesto aparte, separado". Dicc. de la Biblia, Herder, Barcelona 1981.
13 La luz sefirótica (cifra, libro) es un universo. Cada esfera es un mundo, el mundo o cosmos a una luz, que puede ser más luz que forma, sin perjuicio, valga la redundancia, de que la propia luz sea una forma, en tanto que es una manifestación, por lo que hay asimismo una luz inmanifestada, que sin embargo sigue siendo luz, la que es arquetípica, o sea el principio de lo que pueda llamarse así y en donde toda luz encuentra su origen. Sólo que en este último caso se considera el origen y la cosa originada como distintos o a distancia (con la distancia de la objetivización emanada de un sujeto relativo), y en el primero la cosa es él, contenida en y por el arquetipo, que constituye toda su realidad. Una longitud de onda que es la imagen de un cielo, ciclo o estado del ser, el que no tiene por qué ser una reiteración sensible fragmentaria, sino una integración contenida o transmutada en su límite (ver R. Guénon: Les Principes du Calcul Infinitèsimal), el que es una 'cifra' que, no habiendo salido de la Unidad, es una 'emanación' de la misma. Si esta es una labor permanente, es por la completa transmutación alquímica que se cumple la liberación.
14 Otras tradiciones tienen distintos símbolos para los números, refiriéndose a la cantidad o a la cualidad o cualidades que cada número posee por sí o en relación con otros números u otros conceptos.
15 Leo Schaya: El Significado Universal de la Cábala, "El Pensamiento Divino, el Eterno y Supremo Arquetipo del pensamiento humano, tiene dos aspectos esenciales: por una parte es Sabiduría meta-cósmica, por la otra es Inteligencia cósmica. Por su Sabiduría, conoce su Realidad inmanifestada e infinita, y por esta Inteligencia, conoce su manifestación y la creación que emana de ella, que es existencia limitada y transitoria. Su Sabiduría determina los arquetipos increados, su Inteligencia los manifiesta como realidades espirituales y supraformales que a su vez se revisten a sí mismas de substancia sutil y materia densa a fin de dar nacimiento a los cielos y la tierra".
16 Esto mismo ocurre también en los siguientes planos: el número con el que comienza el Plano de las Formaciones (Olam Ha Yetsirah), el número 7, es igual a 1 + 2 + 3 + 4 + 5 + 6 + 7 = 28 = 2 + 8 = 10; y el número 10, que corresponde a Malkhuth, la concreción de todas las energías del Arbol, es de 55 = 5 + 5 = 10. Lo que junto con el 1 que además es número triangular de sí mismo (0+1=1) nos muestra que cada Plano o Mundo es expresión o manifestación de la Unidad, que se manifiesta en él de modo más múltiple o recubriéndose con más velos, hasta llegar al número 10, que también se ve como el punto central dentro del círculo (1 + 9 = 10), la Inmanencia, o sea el punto inaprehensible que está en el "interior" de las cosas que percibimos (y que no es accesible a los sentidos). Malkhuth es a su vez el Kether de un nuevo Arbol, cuyos números triangulares serán cada vez más grandes aunque asimismo afirmen específicamente la unidad en su sucesión al principio de cada plano, siendo su multiplicidad numérica, por comparación con la simplicidad de los números con que se numeran todas las cosas, una imagen de la reducción de lo Universal a lo particular, de la encarnación de los arquetipos en seres, supraindividuales e individuales, conjuntos, especies, galaxias y cosas.
17 Desde otro punto de vista anterior y más elevado por el Uno en sí mismo (no manifestado, idéntico al Cero metafísico) sumándose al Ternario como manifestación de la Unidad , lo que se refiere en realidad a la totalidad del Arbol considerada como "la expansión total de la Unidad, simbolizada por la cruz, cuyos cuatro brazos están formados por dos rectas indefinidas rectangulares, que se extienden así definitivamente, orientadas hacia los cuatro puntos cardinales de la indefinida circunferencia pleromática del Ser, puntos que la Cábala representa por las cuatro letras del Tetragrama, (René Guénon: "Remarques sur la production des Nombres", en Mélanges, Gallimard, 1976).
18 Daath, que significa Conocimiento no es ni manifestado ni no manifestado, salvando el abismo, por el "sentido de eternidad", virtualidad del Conocimiento Supremo que se da más allá de la Corona (Kether) la cual, como símbolo (una de cuyas formas la constituye el sombrero del Arcano I del Tarot de Marsella) es una forma de la Puerta (el Ser) que lleva al No-Ser y a través de él a la No-Dualidad, por lo que constituye en sí misma un verdadero símbolo del vórtex universal, en el que se constituye lo afirmable en el seno de lo incognoscible (Ain), unidos (estos que no son ambos) por el conocimiento de lo que es cognoscible (la manifestación en la unidad de su principio inmanifestado, el Ser), y de lo que es incognoscible (No-Ser), que queda afirmado por su ilimitación, trascendidos por y en la Identidad del Sí-Mismo (No-Dualidad). (Ver R. Guénon: El simbolismo de la cruz, Cap. XX y el apéndice final de Símbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada).
19 También se dice, con respecto a las diferencias particulares y a las distintas naturalezas y grados de lo individual, que "todo metal llegado a su perfección, es oro". Los metales son en el interior de la tierra, lo que los planetas o las estrellas en el cielo, correspondiendo el oro al sol y al centro (Tifereth). A Binah le corresponde Saturno y el plomo, a Hesed Júpiter y el estaño, a Gueburah Marte y el hierro, a Netsah Venus y el cobre, a Hod Mercurio y el mercurio, a Yesod, la Luna y la plata y a Malkhuth la Tierra, en cuyo interior se hallan estos metales. A Hokhmah le corresponden las estrellas fijas, o el zodíaco, no teniendo correspondencia metálica, y a Kether la polar entre las estrellas, como puerta a lo que está más allá de la bóveda celeste.
20 A este Plano corresponde en el microcosmos el alma inferior, mientras que al de Beriyah el alma superior y al de Atsiluth el espíritu, así como el cuerpo al de Asiyah.
21 Por otra parte, según la división del Arbol en tres columnas, a la central (Columna o Pilar del Equilibrio) corresponde el Aire y a las laterales (las de la Gracia y el Rigor, encabezadas por Hokhmah y Binah ), el Fuego y el Agua respectivamente, hallándose el éter (Avir) en el interior de todos ellos, el cual, junto con la Shekinah (la "presencia" divina) y Metatron (el Agente de las Revelaciones y las Teofanías) constituye los tres intermediarios divinos.
22 Hypnos es originalmente el Sueño, en la mitología griega.
23 Ver "A propos du Gran Architecte de l'Univers", en Etudes sur la Franc-Maçonnerie et le Compagnonnage, T. II, así como "El Demiurgo".
24 Ver Federico González: art. citado, págs. 19 y 22.
25 En la que se unen la vertical y la horizontal.
26 Asimismo la planta y la fábrica del templo románico manifiestan, por la unión del semicírculo del ábside y el cuadrángulo de la nave, la relación Cielo-Tierra.


HOME